Si les gusta más la versión de la Terremoto de Alcorcón en Buenos Aires (no se pierdan las caras de la gente).
Siento no postear más a menudo, pero estoy hasta el culo de trabajo...
Hasta la próxima, beijinhos!
Hay muchas cosas que son comunes a toda la península. ¡Qué digo península, planeta!. No importa el buen tiempo que haya hecho durante toda la semana, cuando llegue sexta, perdón, el viernes, se nublará, se moverá viento y empezará a llover. Es el denominado Axioma del Tiempo en el Fin de Semana. Dicho y hecho. Como esta semana tenía un festivo en medio (quarta, perdón, el miércoles, que era Santo Antonio), el mal tiempo empezó antes (Corolario de Fiestas y Puentes) y, puestos a foder, pues siguió toda la semana. Ale, nada de playa y nada de pasear por las calles, por las plazas, por las avenidas, por las ramblas, por los largos, por los bulevares, por los becos, por los paseos... Y por supuesto, nada de praia, que como esto siga así, no voy a coger nunca el moreno portugués sexy-sexy... Total, que como las actividades outdoor estaban vedadas, me he dedicado este finde a la actividad indoor preferida de los portugueses: ir de tiendas.
Una de las primeras cosas que me chocaron al llegar a Portugal fue el nuevo concepto de horario comercial. Aquí las tiendas sólo las cierran cuando se quitan las calles. Por ejemplo, no importa que sea domingo, ya que las tiendas de comestibles abren los siete días de la semana para regocijo de la maruja que tod@s llevamos dentro.
En los primeros paseos que me di por Oeiras y Lisboa me sorprendió que veía pocos comercios, pero era porque ¡estaban todos escondidos! Aquí se lleva más lo de tener todas las tiendas metidas dentro de grandes centros comerciales, una costumbre que yo no entiendo y que en España se está extendiendo como la peste. Todo centro comercial que se precie tiene su Z@r@, su Freshka, su Puri&Bea y su tienda Lesbi’s. Si es de categoría, también tendrá su H(omosexual)&M(aricón), su C(ateto)&A(nalfabeto), su F(e)nac y su Corte(in)fiel. Y en todos y cada uno hay un M(ier)Donald’s, Pi(ch)a(Ja)t, un Cª dos Sandes (algo asín como el Pan’s&Co luso), y unos multicines. Total, que es normal que no se vea gente en las calles de este p*to pueblo que es Oeiras: ¡están tod@s metidos dentro del centro comercial!
En Lisboa la situación es prácticamente la misma. Además, hay dos centros comerciales que son especialmente monstruosos: el Vasco da Gama y el Colombo. Este último, cuando lo abrieron era el más grande de la península. A mí, personalmente, cuando entro me da angustia existencial y empiezo a sentirme chiquitín, chiquitín... Y ya lo he comprobado: ¡no importa la hora o el día de la semana que sea, siempre hay gente!
Pero lo peor de todo es que esa excusa que tod@s nos ponemos de vez en cuando en el curro o cuando estamos estudiando: “me voy un poco más temprano para así poder pasar por el Carrefúl a comprar pepinos (para la ensalada)” o “voy a pasar por Z@r@ a ver si veo algo que-no-tengo-ná-que-ponerme” aquí no tiene ninguna validez. Las tiendas que están en estos centros comerciales tienen otro horario. Las grandes superficies (F(e)nac, Carrefúl...) cierran a las once de segunda, perdón, lunes a sábado, y los domingos abren por la mañana. Pero lo bueno es el resto de tiendas, que están abiertas siete días por semana hasta las doce de la noche. Vamos, que puedes salir del trabajo, ir al cine, cenar, y después probarte los pantalones que tanto te molan... si es que aún te siguen valiendo. Bien mirado, no está tan mal pensado.
En conclusión: lo peor que te puede pasar siendo portugués es que trabajes en un comercio: no vas a tener un horario de trabajo “normal” en la vida.
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